Un buen yogur natural de calidad es una base estupenda para preparar todo tipo de recetas, especialmente postres cremosos. Cuando era niña nos gustaba clavar cucharas directamente en la tapa del yogur para congelarlo tal cual; ahora me tomo la molestia de batirlo un poco con algo de fruta y rellenar moldes de polo, pero la idea es la misma.
Además de polos se pueden hacer helados ligeramente cremosos usando una base de yogur, mejor si es griego -griego de verdad, sin natas o espesantes añadidos-. Podéis usar desnatado, aunque con el yogur entero saldrán más cremosos, y también son más nutritivos.
Solo hay que escurrir el suero, batirlo bien para que quede cremoso y añadir un poco de esencia de vainilla, ralladura de limón o alguna especia. Para endulzarlo podemos usar un poco de almíbar o azúcar invertido, que ayuda a evitar la formación de cristales, pero siendo comedidos. Aunque yo prefiero sacrificar textura para no añadir azúcares, me gusta más incorporar fruta.
Si en el tiempo que tarda en congelar -unas tres horas-, nos molestamos cada 30 minutos en batir la mezcla con una batidora o tenedor, lograremos una mejor textura final. Con un buen robot de cocina se puede obtener un helado cremoso al instante, triturando la fruta y el yogur congelados.