Una de las películas musicales más famosas de todos los tiempos, Dirty Dancing, inmortalizó la sandía a través de una de las frases más conocidas y absurdas de la historia cinematográfica: «Llevaba una sandía». Pero incluso si no te acuerdas de esta breve escena, en el blog de hoy descubrirás que la sandía tiene mucho que ofrecer.
La sandía es originaria de África del sur, donde las condiciones climáticas son perfectas para ella, ya que adora el sol y el terreno seco y arenoso. Incluso hoy en día las sandías silvestres todavía crecen en las estepas de África del sur, pero se diferencian de las habituales sandías que a nosotros nos gustan en que su sabor es algo amargo. Por ello, resultan más populares por sus semillas, que se procesan para su uso posterior. Al igual que las semillas de girasol en Europa, se tuestan y salan para disfrutarlas como un saludable aperitivo; y también se utilizan para producir harina y aceite.
La sandía contiene mucha agua, alrededor del 95 % para ser exactos, lo que la convierte en un placer extremadamente refrescante, en especial en los calurosos días de verano. A su frescor hay que añadir su afrutado sabor, lo que te proporcionará una increíble y placentera sensación prácticamente sin ingerir calorías. Con solo 24 kcal por cada 100 gramos, puedes disfrutar de la sandía todo lo que gustes: ¿qué mejor manera de rehidratarte en un día de calor abrasador?
Pero la sandía tiene mucho más que ofrecer: no solo es rica en vitaminas A y C, también contiene altos niveles de hierro y una pequeña cantidad de sodio; el último se combina con el agua de la sandía y produce un efecto de limpieza en los riñones. Y las semillas de sandía también tienen mucho que ofrecer en términos de vitaminas, minerales, grasas y proteínas. ¡Como ves, a la sandía no le faltan ventajas!
Así, se ha convertido en una fruta muy popular, por lo que normalmente se puede comprar todo el año. En Europa, su temporada coincide con los meses de verano, por ello resulta más fácil de encontrar durante dicha época. Cuando compras una sandía, es buena idea comprobar si su grado de maduración es el correcto. Presta especial atención al criterio del «sonido», golpeando la sandía. Si se obtiene un sonido sordo y melodioso, la fruta está madura. Si la sandía suena hueca y metálica, no está lista para su consumo. A menudo una sandía entera resulta demasiado grande, por lo que recomendamos comprar solo medias sandías, que están generalmente disponibles en los supermercados envueltas en film transparente. En algunos supermercados también puedes comprar rodajas de sandía individuales, lo que te permite comprobar exactamente el grado de maduración de la fruta. Y si quieres disfrutar de tu fresca sandía el mayor tiempo posible, te recomendamos guardarla en el frigorífico, donde mantendrá su frescor hasta 27 días. En un compartimento BioFresh-Plus de Liebherr este período se prolonga otros tres días.
Si tu sandía comienza a adoptar un gusto harinoso durante este periodo, se debe a su punto de maduración: sencillamente ha pasado demasiado tiempo desde que la compraste.
La forma más habitual de preparar una sandía es cortarla por la mitad, a continuación, en cuartos y después en rodajas. Su exuberante color rojo la hace ideal para decorar platos. La sandía también resulta deliciosa como un refrescante batido. Para elaborar tu propio batido, simplemente retira las pepitas a 300 gramos de fruta y bate la carne con un bote de yogur, 120 ml de leche y 1 cucharada de azúcar glas. A continuación, añade dos bolas de helado de vainilla y mezcla hasta que esté cremoso. Viértelo en vasos, decóralo con menta, y ya lo puedes servir y disfrutar.
Así que, ¿por qué no vas a comprarte una sandía? El cálido verano está a la vuelta de la esquina…
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