Como todo amante del vino sabe, éste debe almacenarse en un lugar fresco y oscuro. Pero ¿cuál es la razón para ello? Y, por otra parte, ¿qué sucede si no se almacena en un lugar fresco y oscuro?

El envejecimiento o maduración del vino en la botella es algo en cierto modo misterioso. El vino es un producto alimenticio que, aparte de unos pocos miligramos de azufre, no contiene conservantes y a veces se puede conservar durante años, o incluso décadas, sin estropearse: al contrario, un almacenamiento prolongado puede incluso mejorar el vino. Pero esta afirmación no se puede generalizar ya que, aunque hay vinos que siguen manteniendo un gusto estupendo incluso al cabo de cien años, se trata de raras excepciones. La mayoría de los vinos producidos para el consumo diario mantendrán sus cualidades durante un cierto periodo de tiempo, pero sin duda no mejorarán con el paso del tiempo.

Los armarios bodega ofrecen unas condiciones similares a las de las bodegas reales. Imagen de arriba: el armario bodega WKEes 553 GrandCru.

De cualquier modo, independientemente del potencial de envejecimiento de un vino, se puede aplicar la misma regla a todos: cuanto más fría sea la temperatura de conservación, más lento será el proceso de envejecimiento. La velocidad de maduración puede calcularse de manera aproximada mediante la ecuación de Van’ t Hoff utilizada en el mundo de la química (y es que, a fin de cuentas, la maduración del vino no es más que química). Así, según esta ecuación y dentro de la gama de temperaturas a la que se almacena generalmente el vino, un aumento de 10 °C en la temperatura aumentará la velocidad de maduración de 2 a 3 veces. Al menos esa es la teoría.

Pero ¿qué ocurre realmente en la práctica y es cierto que la temperatura de almacenamiento tiene un impacto perceptible en el sabor del vino? El Instituto de investigaciones alimentarias noruego realizó un interesante experimento para averiguarlo. Varias botellas iguales de un Cabernet Sauvignon chileno fueron almacenadas a cuatro temperaturas diferentes (5 °C, 10 °C, 23 °C y 31 °C) y se pidió a especialistas que tomaran muestras de manera periódica. Al cabo de seis semanas de almacenamiento, apenas había diferencia entre las botellas. Sin embargo, al cabo de seis meses, se apreció un claro descenso del carácter afrutado del vino almacenado a 31 °C y los signos de envejecimiento eran evidentes. Al cabo de 12 meses, estos mismos efectos también eran muy evidentes en el vino almacenado a 23 °C, es decir, la temperatura ambiente estándar.

A partir de esta investigación, se puede decir que un botellero en la cocina es perfectamente adecuado para el almacenamiento de botellas durante unos días o incluso semanas. No obstante, si quieres que un vino mantenga su calidad durante varios meses, necesita ser almacenado en una bodega a una temperatura de entre 10 °C y 14 °C. Y si no tienes una bodega en casa, el armario bodega es la alternativa perfecta.

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